Flora
La Flora de Ibiza es esencialmente mediterránea
y está constituida por unas 941 especies. Compartiendo el acervo
común de especies mediterráneas indiferentes o con afinidades
cálcareas y termófilas de amplia distribución (Pinus
halepensis, Pistacea lentiscus, etc...), su situación geográfica
permite una confluencia de diversas influencias florísticas desde
la Península Ibérica, el área tirrénica y el
norte de África. La esclerofilia es una adapatación imprescindible
en las plantas ibicencas que se ven sometidas a una fuerte termicidad y
sequía primavero-veraniega. En general, la escasa altitud de su
topografía y su situación latitudinal impone un parecido
criterio climático a toda la isla. Esto, junto con su naturaleza
enteramente calcárea determina una homogeneidad de condicionantes
ecológicos que merma una posible mayor diversidad.
La flora ibicenca
es, por tanto, bastante pobre, sobre todo en comparación con la
gran diversidad de la flora gimnésica. La precipitación escasa
unida a las condiciones edafoxéricas que imponen los materiales
calcáreos de la isla hacen que la eficiencia en la evapotranspiración
sea bastante baja. De este modo, y teniendo en cuenta que el verano pitiúsico
es más largo que en el de las vecinas islas gimnésicas, no
es de extrañar que la encina (Quercus ilex subsp. ilex) no encuentre
óptimas para desarrollarse. La dureza de las condiciones sólo
permite el crecimiento del pino carrasco (Pinus halepensis), la sabina
(Juniperus phoenicia subsp. turbinata) y la maquia termófila con
lentisco (Pistacea lentiscus), enebro de la miera (Juniperus oxyedrus),
Cistus albidus, romero (Rosmarinus officinalis)....
Evidentemente, se dan
por toda la isla microclimas y microambientes que permiten el desarrollo
de otro tipo de formaciones como los adelfares en las ramblas, las comunidades
litorales en la cercanía de la costa, etc… Conocida la historia
paelofitogeográfica de la isla no es difícil entender la
confluencia de influencias corológicas que han determinado que la
flora pitiúsica actual sea la que es. Desde que las islas emergieron
en el Paleoceno desarrollando a lo largo del Eoceno una rica flora tropical,
el mar no ha dejado de retroceder y reinundar el territorio de modo que
las distintas localidades se han visto contínuamente sometidas a
extinciones y recolonizaciones de las distintas especies vegetales.
Parece
que desde el Messiniense gran parte del territorio que actualmente podemos
disfrutar se ha mantenido emergido y desde entonces el contingente florístico
ha podido ir evolucionando, enriqueciéndose o empobreciéndose
según el periodo histórico. El Plioceno es una época
de especial interés para entender la flora actual puesto que fue
entonces cuando Ibiza perdió sus puentes terrestres con la Península
y Mallorca y desde entonces los procesos de selección, adaptación
y supervivencia no han dejado de producirse. Cómo fueron de prolíficos
los intercambios de flora en un determinado momento es algo que aun no
podemos saber pero si se han realizado estudios que ponen de manifiesto
una mayor afinidad de las islas pitiusas, respecto de la gimnésicas,
con los territorios peninsulares. Esta característica diferencia
a las Pitiusas de su unidad biogeográfica más similar, que,
por otra parte acrecenta las diferencias con plantas propias del área
tirrénica. Las plantas compartidas por la península y las
pitiusas fueron primeramente estudiadas por Font Quer (1927). Son:
Andryala lyrata Pour. Aphyllanthes monspeliensis
L. Atractylis humilis L. Ballota hirsuta Benth. Brassica sabularia Brot.
Campanula dichhotoma L. Carthamus carduncellus L. Centaurea collina L.
Festuca heterophylla Lmk. Filago fruscescens Pomel Filago micropodioides
Lge. Filago pseudo-evax Rouy Fumaria spicata L. Genista biflora (Desf.)
De Cand. Genista hirsuta Vahl. Helianthemum origanifolium (Lmk.) Pers.
Helichrysum serotinum Boiss. Linaria micracantha (Cav.) Spreng. Loeflingia
hispanica L. Lygeum spartum Loefl. Mercurialis tomentosa L. Ornithogalum
tenuifolium Guss . Orobanche macrolepis Coss. Osyris quadripartita Salzm.
Centaurea dianae (Webb) Knoche Centaurea maritima Duf. Cheirantus fruticutosus
Loefl. Cinara humilis L. Coriaria myrtifolia L. Corynephorus articulatus
(Desf.) Pal.-Beauv. Cynomorium coccineum L. Delphinium peregrinum L. Phelipaea
lavandulacea Fr. Schulz. Phelipaea mutelii Reut. Psilurus aristatus (L.)
Duv.-Jouv Salsola oppositifolia Desf. Scilla obtusifolia Poir. Senecio
gallicus Chaix. Senecio maritima Duf. Silene littorea Brot. Sonchus dianae
Lac. Spergularia fimbriata Boiss. Stipa tenacissima L . Thymelaea thesioides
Endl. Thymus vulgaris L. Trigonella monspeliaca L. Ulex parviflorus Pourr.
Wilkia confusa (Boiss.)
Una gran parte de estas plantas podrían
considerarse desde el punto de vista biogeográfico como de dispersión
ibero-pitiúsica; otras, en menor número, levantino- ibicense,
como:
Biscutella montana Cavan. Carduncellus dianius
Webb Elaeselinum hispanicum (Lge.) Saxifraga cossoniana Boiss.-Reut. Silene
hifacensis Rouy.
Confinamiento de algunas especies de plantas
del cabo de Nao y en la isla de Ibiza. Tomado de Biogeografía de
las Baleares. Colom, 1978.
Sin embargo, especies muy comunes del litoral
peninsular como anthyllis cytisoides y Euphorbia serrata son abundantes
en Mallorca y raras en Ibiza (Colom, 1978) por lo que no se da un único
criterio para la dispersión de táxones peninsulares y habría
que tener en cuenta las dinámicas inherentes a la insularidad. Otra
serie de afinidades vendrían desde las tierras norteafricanas y
son representantes de ello Ballota hirsuta, Chrysanthemum glabrum, Nerium
oleander y Orobanche macrolepis.
Actualmente, la intensa antropización
del medio natural ha hecho retorceder la extensión de la vegetación
original a las zonas pedregosas o de difícil acceso. Gran parte
del monte bajo que ahora podemos estudiar proviene casi siempre de la destrucción
más o menos parcial del bosque primitivo y las zonas costeras están
practicamente arrasadas en algunas localidades
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Lavandula stoechas
brezo
Prados en primavera
Pinus halepensis
Diente de león
Amapola
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