Los distintos tipos de verduras requieren diferentes preparaciones de la tierra y procedimientos de cultivo. Cultivar las mismas verduras en el mismo trozo de tierra cada año, puede tener como resultado la potencial concentración de algunas plagas y enfermedades, razón principal para practicar la rotación de los cultivos en un huerto.

    Es muy útil determinar la  agrupación de las cosechas de antemano; o sea, reunir las verduras en grupos con las mismas necesidades de protección, cultivo, estiércol, abono y cal. Los grupos son entonces trasladados secuencialmente por el cuadro de hortalizas, de forma que al cabo de varios años un trozo en particular haya albergado todas las cosechas. En teoría, es mejor dejar un intervalo de tiempo lo más largo posible hasta volver a cultivar una misma verdura en el mismo lugar.

    Las patatas se agrupan con las cosechas de raíz, aunque para las primeras es beneficioso el estercolado orgánico  y para las ultimas no.
    Debería de dejarse una zona en extremo para cultivar las verduras perennes, como los espárragos y la col marina.
    El primer año, la unidad de cosechas de raíz y patatas no recibe estiércol o cal, pero sí cantidades moderadas de abono.
    La unidad de legumbres y cebollas recibe mucho estiércol y poco abono o cal. Las especies del género
    Brassica, reciben cantidades intermedias de estiércol y abono, y grandes cantidades de cal. Algunas verduras crecen y maduran más deprisa que otras, de forma que existen momentos del año en que aparecen huecos en el cuadro de hortalizas.
    Éstos pueden usarse para cultivar verduras que maduren rápidamente, las cuales también pueden intercalarse o cultivarse entre cosechas de maduración lenta. Por ejemplo, pueden cultivarse espinacas entre las hileras de los puerros, que crecen lentamente.

    De esta forma, la rotación de las cosechas asegura que todas las partes del cuadro de hortalizas reciban estiércol, abono y cal con regularidad, y los peligros de concentración de plagas y enfermedades se minimizan.